No fué fumar el primer cigarro, no fué el primer beso, tampoco
conocer a algún ídolo, ni mi primera mascota. Fué la primera vez que me
sentí libre.
A veces creo que me obsesiono un poco con las personas que me
simpatizan, pero creo que estoy exagerando, mas que obsesionarse, es la
emoción de saber que existen personas que encajan con mi forma de ser.
No siempre me he sentido encajando, y muchas veces tengo la necesidad de
hacerlo.
Hace muchos años atrás, quizás 10, conocí a un niño por internet,
teníamos como la misma edad, y el estaba en su primer año de estudios
superiores. Después de meses limitandonos a conversar
sobre nuestros gustos musicales, decidimos empezar a vernos y salir a
caminar. Claro que siempre fué una relación amistosa, para que no
piensen cosas. Bueno, empezamos a salir, y visitabamos la Feria de la
Av. Argentina, o caminabamos simplemente por la ciudad. Y a el le
gustaba mucho los canta autores chilenos, igual que a mí, así que un día
fuimos a la Piedra Feliz, y vimos cantar a la Camila Moreno ( ¿o era
Chinoy?). Después fuimos a ver muchos otros conciertos, dentro de la
misma región, hasta que un día me di cuenta que el tenía otros enfoques y
de a poco dejamos de hablar. El empezó a pololear, y yo fui madurando
también. Pero mas allá del niño este, mas allá de Valparaíso, mas allá
de Camila Moreno, salir, hacer las cosas que A MI ME GUSTABAN, lejos de
casa, sentir la brisa del aire, sentir el frío, sentir todo. Esos
fueron mis primeros momentos de felicidad.
Esa fue la primera vez que me sentí tan bien, por hacer algo sin estar condicionada a los demás.
Confío mucho en las personas que me simpatizan. confió mucho en lo
que desconozco. Doy todo. Tengo muchos conocidos simpáticos, los hago
rápido. Pero hay un espectro de cosas que solo le cuento a mis muy
cercanos, y por supuesto otro espectro de cosas que solo le cuento a mi
novio, y un ultimo espectro de cosas que me las guardo. Quizás para mis
futuros hijos. Quizás para este blog.
Justo en este momento escucho a Glen Hansard diciendo “no me des falsas esperanzas”.
Hay tanto dentro de mi cabeza, cosas buenas y malas. Pero no se puede
contar al unísono lo bueno y malo. Por eso, al salir de mí, varían
mucho. Son editadas.
A veces me angustio tanto, y así me siento, con ideas buenas y
tristes , y me desespero, porque no puedo gritarlo todo al mismo tiempo.
Son lapsus.
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