Esconderse en la SEMÁNTICA

lunes, 4 de enero de 2016

Una pequeña herida que ya casi ha cicatrizado





Mi palabra de hoy es "Tangerzine". La verdad es que no he indagado mucho en Tangerzine (lo que pareciese ser una nueva - o quizás no tanto - revista online, pero con una muy interesante forma de transmitir o comunicar, esto es, comunicando lo que proviene de los mismos lectores, sus experiencias. Y por lo que entendí, su último tema trató del lado B de un colegio. El malo. Siempre he oído que la mayoría de la gente dice que la mejor etapa fue el colegio, que han vivido los momentos más felices, imposibles de olvidar. La verdad es que yo no pienso así, y por lo que leí en Tangerzine, no soy la única que piensa esto, y la verdad es que me alegro.
Estudié en un colegio Católico. Siempre estudie en él, o sea desde prekinder a cuarto medio, por lo que vi toda la metamorfosis que sufrió este tanto del punto de vista de la apariencia física y del punto de vista de quienes lo conformaron.

Siempre fui tranquila. En pre kinder y kinder era la típica niña que no hablaba mucho, que siempre estaba en el diario mural de buen comportamiento porque en realidad yo no hablaba, entonces obviamente iba a estar allí. Las tías me querían, me hacían participar en todos los actos en papeles principales y bueno, yo también las quería a ellas, eran mis segundas madres. Recuerdo que en kinder jugaba a las "guerreras mágicas" aunque éramos más de tres niñas, o a las chicas superpoderosas, y todas se disputaban ser la líder "Bom bom". Al principio yo lo era, pero gracias a mi poca capacidad de imponer mis ideas, fui siendo reemplazada. Acabo de recordar que una vez me sacaron del diario mural de buen comportamiento, fue un solo día (mientras habían niños que intentaban hacer mérito para conseguir un espacio allí) y todavía lo recuerdo, porque mi perfección se vio amedrentada y sentía que les había fallado (pero no sé realmente a quienes).
Cuando comenzó la básica era de las niñas que sacaban buenas notas, y siempre me nombraban en el curso diciendo que yo era un ejemplo y que todos tenían que ser como yo. Entré a las "Cheeleaders" porque era algo novedoso, era "pertenecer a algo", lo que yo siempre había querido. Pero con el tiempo me di cuenta que la exigencia de los ejercicios rítmicos y físicos era demasiada y yo con suerte controlaba mi cuerpo haciendo una voltereta. No era la niña más elástica ni flaca.
Siempre hubo compañeras que me molestaron, me decía "ñoña", "ñurda", me tiraban el pelo y yo no sabía defenderme así que imaginen lo "feliz" que estaba. Yo no quería ser como era, quería ser de las niñas que no les iba bien con sus notas, que bailaban encima de la mesa y cantaban o bailaban reggaetón, que la profesora las retaba pero luego les tenía paciencia y hacía como que ellas no habían hecho nada, a pesar que el curso era un chiquero gracias a ellas. Yo quería ser así porque sentía que de qué valía la pena sacarse buenas notas y ser buena alumna, si no lo pasaba bien, si el mismo colegio te demostraba que quién era feliz era el cabro rebelde, popular con los demás niños, que todos los seguían, que era un líder, que no se quedaba quieto en clases, que se agarraba a combos con otro y que le terminaba casi coqueteando a la profesora, y que esta sentía ternura por él.

Cuando fue la graduación de octavo básico yo no bailaba ni fumaba ni tomaba, a diferencia de mis compañeros que ya hacían eso y mucho más quizás. De hecho odiaba el reggaetón, y a veces pensaba en que quizás debía gustarme, pero lo siento, no pudo hacerlo. Nunca de hecho me sentí tan femenina, o sea, era yo, pero mis compañeras se maquillaban, se sacaban fotos, se daban abrazos con mis compañeros y yo estaba en mi rincón mirando. Era muy observadora la verdad. Recuerdo una vez que estaba en clases de música sentada en una silla mientras todos corrían por la sala y la profesora estaba histérica, y yo sentía como se movía el piso. Eso nunca debió ocurrir.

La cosa es que odié la graduación de los octavos básicos y no le veía mayor sentido, ¿por qué tenían que obligarte a hacer algo que no querías?.  La verdad es que creo que nunca bailé porque mis compañeras bailaban bien desde chicas (qué onda, nacieron con el don) y yo no, así que como me molestaban, sentí que lo hacía mal y no volví a hacerlo, lo que es bastante estúpido, porque no hay que ser un experto para bailar, es cosa de moverse como uno quiera, y nadie puede juzgarte tu forma de bailar, y si lo hace te tiene que importar un $%& porque da lo mismo. Me acuerdo de hecho que una vez en kinder dije que no tenía amigos y la profesora le dio pena y preguntó que quién quería ser mi amigo y todos levantaron la mano. La verdad es que lo hacían por seguirle el hilo a la "tía". Yo siempre entendí cuál era el concepto de amigo, y como nunca vi un "perfecto amigo", sentía que no los tenía. Yo sabía que amigo no significa solo jugar juntos. Era y es definitivamente más que eso.
Bueno, en octavo básico me teñí el pelo más negro de lo que lo tenía y fue mi transición a un nuevo yo. Como sentí que ser la niña de las buenas notas y callada no servía absolutamente para nada porque eso era lo que hacía ver el colegio, ya que más que el mérito académico de los alumnos, siempre le dio importancia a las celebraciones, a la participación, a los cheerleaders y a la personalidad. En todo caso, a pesar de intentar ser más "ruda" no lo conseguí mucho porque igual tenía un poco de criterio. Pero empecé a escuchar música mas rockera y oscura, me empezó a importar un poquitín menos estar sola, aunque me puse mucho más vergonzosa porque mis compañeras eran "bonitas" y molestosas, al igual que mis compañeros que igual eran "bonitos" (el paréntesis es porque ahora que me doy cuenta son mas feoooos). No se cómo fui tan tonta en todo caso. La cosa es que cada año entrante pensaba que llegaría alguien nuevo y seríamos buenos amigos compartiendo los mismos gustos, pero al final tenía pequeñas amistades que se desvanecían, la verdad es que no se si yo era la rara o ellos. Tuve una amiga que era ruda, y me sentía cómoda con ella porque me hacía sentir que yo también lo era, y mis compañeros me verían como otra persona. Con ella agarré algunas malas mañas como copiar o comer en clases, pero también otras buenas, como aprender a defenderme o a sentir que lo que me dijeran los demás me tenía que importar la nada misma. También tuve otra compañera que la sentía mi amiga y nos sentábamos juntas y era muy divertida, pero luego empezó a pololear y nos fuimos alejando y luego tuvo otro grupo de amigas (bueno curiosamente hoy es mi amiga). Me molestaba que siempre que pensaba que estaba forjando una amistad con alguien terminara por no suceder. Además era bastante selectiva, porque sabía que la mayoría de mis compañeros era ordinarios, inventaban cosas de los demás, mal educados, obscenos y hacían bullyng a otros que no podían defenderse. Yo no era así, así que prefería estar sola, lo que era bastante triste, porque los recreos y especialmente la hora del almuerzo se me hacían eternas. Pero tampoco conocía otro mundo. Y aunque más de alguna vez me invitaron a almorzar, nunca me sentí cómoda. Yo no iba a hablar de carretes de fin de semana, tampoco de sexo, ni de caguinear a otros, o del último hit de Daddy Yankee. Yo no era así. Y aguanté mucho eso.


A veces en mis grandes ratos libres iba a hablar con mis profesoras a la sala de profesores a tener conversaciones maduras sobre sus vidas maduras. Así hacia algo para no estar sentada sobre un escalón frio con mi falda como vestimenta. También me iba a meter a la biblioteca, y lo hacía especialmente en horas de educación física, o iba a la inspectoría y metía conversación. Todo esto hasta que los adultos me preguntaban que hacía realmente fuera de clases o por qué no estaba almorzando. Almorzar sola era horrible. Y almorzar con alguien bajo presión también, así que no lo hacía.  Esperaba a comer a mi casa. De hecho hace unos días atrás me comentó cierta persona acerca de que se rumoreaba de que eran bulímica, realmente los niños o niños adultos pueden ser muy crueles, uno puede decir tantas cosas sin saber que puede estar haciendo un daño horrible a otro. A propósito de rumores, también decían que era lesbiana, porque nunca me vieron con un niño. Nunca fui lesbiana, tuve dos "amigas" que también se rumoreaba sobre ellas, y me imagino que el rumor se extendió hacia mí. Eso me dolía también.  E incluso, me llamaron mucho la atención algunos niños pero cuando alguien descubría esa "pseudo atracción oculta", me molestaban con aquel hombre y me avergonzaba así que dejaba de fijarme en él. Me importaba mucho el qué dirán pero eso es porque el colegio inspira eso. Los niños pueden ser muy crueles, pueden ser cambiantes, desleales con sus amistades (hablar a sus espaldas), golpear a otros, insultarlos con lo más cruel, fijarse en sus defectos y hacerlos querer no existir. Nunca pensé en el suicidio como opción.



No tenía amigos en mi vecindario y la única concepción de lo que es la gente ( a parte de mi familia) era en el colegio. Y a pesar de que a los profesores al principio yo los tenía en un escalón muy alto y me gustaba conversar con ellos, luego pasé a pensar que realmente podían ser tan poco convincentes como mis mismos compañeros. Que estaban frente a situaciones de bullyng y no hacía nada, a pesar de que enseñaban valores y todo eso. El colegio fue parte de mi vida, y parte de mi formación. Creo que gracias a mi paso por él ahora soy muy reflexiva (por pasar tanto tiempo conmigo misma) y muy desconfiada de los demás. Aunque también con un deseo enorme aún de encontrar aquel amigo perfecto, pero que sin embargo, al igual como dice el cliché "la perfección esta en aquello imperfecto". 

Hoy creo que pienso así. Conservo un par de amigos del colegio - no son perfectas por como yo entendía lo que era la perfección de la amistad (eterna lealtad, compañía  y constante comunicación)  y algunos conocidos. Pero supongo que siempre sentí esa necesidad tan grande de tener amigos, de tener una amable persona cerca con quien conversar, porque me sentí sola muchas veces y me amargaba mucho mi corta existencia. Estar solo en el colegio es distinto a cualquier cosa. Porque no es una soledad solo para contigo, sino que los demás te etiquetan como "autista" o etc. Hubo un tiempo en que rogué a mi mamá cambiarme al liceo, o a cualquier cosa que no fuera mi colegio. Imagínense.

 Demás decir que la música siempre fué mi refugio, escuchaba mis playlist en mi soledad.  Es increíble como la música puede ser tu compañía. Todavía lo es.

 ¿Lo bueno del colegio? Los pancitos con queso y tomate, mis amigos de cursos más abajo, algunos profesores que me subieron el autoestima (a pesar de que más de alguno lo idolatraba mucho y resultó ser un charlatán), mi gusto por la historia y el castellano que forje gracias a mis profesores.

 Para terminar, quiero decirles que mi vida no es así de triste actualmente. Si a mi edad - hoy -  me sucedieran todas las cosas por las que pasé en el colegio créanme que sería totalmente distinto, sabría enfrentar todo y no me avergonzaría de nada. Pero no quiero regresar el tiempo. Supongo que el colegio me hizo más fuerte. Bueno, todo te hace más fuerte. Hoy ya no creo que un amigo tenga que ser así de perfecto. Y dentro de mi vergonzosa "no vida amorosa", encontré mi "niño perfecto". Mi novio - ex compañero de universidad - prendió la luz de la vida que necesitaba. Apagó la amargura. Un hombre leal. Eterna compañía. Eterno escudo. Yo pertenezco a él y él me pertenece. Es la sensación de pertenencia, la mayor de las sensaciones.

 La universidad, a pesar de los altos y bajas académicos, me ha dado muchas más alegrías de las que pudo darme el colegio. Puede que todavía guarde alguna vieja herida de baja autoestima o alguna cosa que podría avergonzarme o disminuir mi personalidad, pero la universidad solo ha hecho de mí alguien mejor con el paso de cada año.

 Solo quería salir del colegio, solo quería que terminara el cuarto medio. Y a pesar de que he tenido momentos difíciles con mi carrera, jamás retrocedería el tiempo, porque no tendría a mi novio conmigo ni a su familia, ni tampoco a mis amigas o compañeros de facultad.

 Hoy estoy mucho mejor que ayer. Y las heridas cerrarán bien con el tiempo.

2 comentarios:

  1. Me encanta esto, porque me identifica más de lo que quizás conversamos alguna vez.
    El colegio fue un lugar horrible. Si no eres como esperan (quiénes?) que seas entonces no hay manera que lo disfrutes, ahora quizá en retrospectiva no había que amargarse tanto, pero anda a decirle al gordito de 16 años que solo esperaba conectarse a messenger a mandarse canciones para el mp3 a pilas.
    Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.

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    1. Hablas del gordito "amigo de cursos de más abajo". El gordito era un cabro bueno. Los buenos nunca son gorditos para siempre, la ciencia lo demuestra.

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