Mi palabra de hoy es "Tangerzine". La verdad es
que no he indagado mucho en Tangerzine (lo que pareciese ser una nueva - o
quizás no tanto - revista online, pero con una muy interesante forma de
transmitir o comunicar, esto es, comunicando lo que proviene de los mismos
lectores, sus experiencias. Y por lo que entendí, su último tema trató del lado
B de un colegio. El malo. Siempre he oído que la mayoría de la gente dice que
la mejor etapa fue el colegio, que han vivido los momentos más felices,
imposibles de olvidar. La verdad es que yo no pienso así, y por lo que leí en
Tangerzine, no soy la única que piensa esto, y la verdad es que me alegro.
Estudié en un colegio Católico. Siempre estudie en él, o sea
desde prekinder a cuarto medio, por lo que vi toda la metamorfosis que sufrió
este tanto del punto de vista de la apariencia física y del punto de vista de
quienes lo conformaron.
Siempre fui tranquila. En pre kinder y kinder era la típica
niña que no hablaba mucho, que siempre estaba en el diario mural de buen
comportamiento porque en realidad yo no hablaba, entonces obviamente iba a
estar allí. Las tías me querían, me hacían participar en todos los actos en
papeles principales y bueno, yo también las quería a ellas, eran mis segundas
madres. Recuerdo que en kinder jugaba a las "guerreras mágicas"
aunque éramos más de tres niñas, o a las chicas superpoderosas, y todas se
disputaban ser la líder "Bom bom". Al principio yo lo era, pero
gracias a mi poca capacidad de imponer mis ideas, fui siendo reemplazada. Acabo
de recordar que una vez me sacaron del diario mural de buen comportamiento, fue
un solo día (mientras habían niños que intentaban hacer mérito para conseguir
un espacio allí) y todavía lo recuerdo, porque mi perfección se vio amedrentada
y sentía que les había fallado (pero no sé realmente a quienes).
Cuando comenzó la básica era de las niñas que sacaban buenas
notas, y siempre me nombraban en el curso diciendo que yo era un ejemplo y que
todos tenían que ser como yo. Entré a las "Cheeleaders" porque era
algo novedoso, era "pertenecer a algo", lo que yo siempre había
querido. Pero con el tiempo me di cuenta que la exigencia de los ejercicios rítmicos
y físicos era demasiada y yo con suerte controlaba mi cuerpo haciendo una
voltereta. No era la niña más elástica ni flaca.
Siempre hubo compañeras que me molestaron, me decía
"ñoña", "ñurda", me tiraban el pelo y yo no sabía defenderme
así que imaginen lo "feliz" que estaba. Yo no quería ser como era,
quería ser de las niñas que no les iba bien con sus notas, que bailaban encima
de la mesa y cantaban o bailaban reggaetón, que la profesora las retaba pero
luego les tenía paciencia y hacía como que ellas no habían hecho nada, a pesar
que el curso era un chiquero gracias a ellas. Yo quería ser así porque sentía
que de qué valía la pena sacarse buenas notas y ser buena alumna, si no lo
pasaba bien, si el mismo colegio te demostraba que quién era feliz era el cabro
rebelde, popular con los demás niños, que todos los seguían, que era un líder,
que no se quedaba quieto en clases, que se agarraba a combos con otro y que le
terminaba casi coqueteando a la profesora, y que esta sentía ternura por él.
Cuando fue la graduación de octavo básico yo no bailaba ni
fumaba ni tomaba, a diferencia de mis compañeros que ya hacían eso y mucho más
quizás. De hecho odiaba el reggaetón, y a veces pensaba en que quizás debía
gustarme, pero lo siento, no pudo hacerlo. Nunca de hecho me sentí tan
femenina, o sea, era yo, pero mis compañeras se maquillaban, se sacaban fotos,
se daban abrazos con mis compañeros y yo estaba en mi rincón mirando. Era muy
observadora la verdad. Recuerdo una vez que estaba en clases de música sentada
en una silla mientras todos corrían por la sala y la profesora estaba
histérica, y yo sentía como se movía el piso. Eso nunca debió ocurrir.
La cosa es que odié la graduación de los octavos básicos y
no le veía mayor sentido, ¿por qué tenían que obligarte a hacer algo que no
querías?. La verdad es que creo que
nunca bailé porque mis compañeras bailaban bien desde chicas (qué onda,
nacieron con el don) y yo no, así que como me molestaban, sentí que lo hacía
mal y no volví a hacerlo, lo que es bastante estúpido, porque no hay que ser un
experto para bailar, es cosa de moverse como uno quiera, y nadie puede juzgarte
tu forma de bailar, y si lo hace te tiene que importar un $%& porque da lo
mismo. Me acuerdo de hecho que una vez en kinder dije que no tenía amigos y la
profesora le dio pena y preguntó que quién quería ser mi amigo y todos
levantaron la mano. La verdad es que lo hacían por seguirle el hilo a la
"tía". Yo siempre entendí cuál era el concepto de amigo, y como nunca
vi un "perfecto amigo", sentía que no los tenía. Yo sabía que amigo
no significa solo jugar juntos. Era y es definitivamente más que eso.
Bueno, en octavo básico me teñí el pelo más negro de lo que
lo tenía y fue mi transición a un nuevo yo. Como sentí que ser la niña de las
buenas notas y callada no servía absolutamente para nada porque eso era lo que
hacía ver el colegio, ya que más que el mérito académico de los alumnos,
siempre le dio importancia a las celebraciones, a la participación, a los
cheerleaders y a la personalidad. En todo caso, a pesar de intentar ser más
"ruda" no lo conseguí mucho porque igual tenía un poco de criterio.
Pero empecé a escuchar música mas rockera y oscura, me empezó a importar un
poquitín menos estar sola, aunque me puse mucho más vergonzosa porque mis
compañeras eran "bonitas" y molestosas, al igual que mis compañeros
que igual eran "bonitos" (el paréntesis es porque ahora que me doy
cuenta son mas feoooos). No se cómo fui tan tonta en todo caso. La cosa es que
cada año entrante pensaba que llegaría alguien nuevo y seríamos buenos amigos
compartiendo los mismos gustos, pero al final tenía pequeñas amistades que se
desvanecían, la verdad es que no se si yo era la rara o ellos. Tuve una amiga
que era ruda, y me sentía cómoda con ella porque me hacía sentir que yo también
lo era, y mis compañeros me verían como otra persona. Con ella agarré algunas
malas mañas como copiar o comer en clases, pero también otras buenas, como
aprender a defenderme o a sentir que lo que me dijeran los demás me tenía que
importar la nada misma. También tuve otra compañera que la sentía mi amiga y
nos sentábamos juntas y era muy divertida, pero luego empezó a pololear y nos
fuimos alejando y luego tuvo otro grupo de amigas (bueno curiosamente hoy es mi
amiga). Me molestaba que siempre que pensaba que estaba forjando una amistad
con alguien terminara por no suceder. Además era bastante selectiva, porque
sabía que la mayoría de mis compañeros era ordinarios, inventaban cosas de los
demás, mal educados, obscenos y hacían bullyng a otros que no podían
defenderse. Yo no era así, así que prefería estar sola, lo que era bastante
triste, porque los recreos y especialmente la hora del almuerzo se me hacían
eternas. Pero tampoco conocía otro mundo. Y aunque más de alguna vez me
invitaron a almorzar, nunca me sentí cómoda. Yo no iba a hablar de carretes de
fin de semana, tampoco de sexo, ni de caguinear a otros, o del último hit de
Daddy Yankee. Yo no era así. Y aguanté mucho eso.
A veces en mis grandes ratos libres iba a hablar con mis
profesoras a la sala de profesores a tener conversaciones maduras sobre sus
vidas maduras. Así hacia algo para no estar sentada sobre un escalón frio con
mi falda como vestimenta. También me iba a meter a la biblioteca, y lo hacía
especialmente en horas de educación física, o iba a la inspectoría y metía
conversación. Todo esto hasta que los adultos me preguntaban que hacía
realmente fuera de clases o por qué no estaba almorzando. Almorzar sola era
horrible. Y almorzar con alguien bajo presión también, así que no lo
hacía. Esperaba a comer a mi casa. De
hecho hace unos días atrás me comentó cierta persona acerca de que se rumoreaba
de que eran bulímica, realmente los niños o niños adultos pueden ser muy
crueles, uno puede decir tantas cosas sin saber que puede estar haciendo un
daño horrible a otro. A propósito de rumores, también decían que era lesbiana,
porque nunca me vieron con un niño. Nunca fui lesbiana, tuve dos
"amigas" que también se rumoreaba sobre ellas, y me imagino que el
rumor se extendió hacia mí. Eso me dolía también. E incluso, me llamaron mucho la atención
algunos niños pero cuando alguien descubría esa "pseudo atracción
oculta", me molestaban con aquel hombre y me avergonzaba así que dejaba de
fijarme en él. Me importaba mucho el qué dirán pero eso es porque el colegio
inspira eso. Los niños pueden ser muy crueles, pueden ser cambiantes, desleales
con sus amistades (hablar a sus espaldas), golpear a otros, insultarlos con lo
más cruel, fijarse en sus defectos y hacerlos querer no existir. Nunca pensé en
el suicidio como opción.
No tenía amigos en mi vecindario y la única concepción de lo
que es la gente ( a parte de mi familia) era en el colegio. Y a pesar de que a
los profesores al principio yo los tenía en un escalón muy alto y me gustaba
conversar con ellos, luego pasé a pensar que realmente podían ser tan poco
convincentes como mis mismos compañeros. Que estaban frente a situaciones de
bullyng y no hacía nada, a pesar de que enseñaban valores y todo eso. El
colegio fue parte de mi vida, y parte de mi formación. Creo que gracias a mi
paso por él ahora soy muy reflexiva (por pasar tanto tiempo conmigo misma) y
muy desconfiada de los demás. Aunque también con un deseo enorme aún de
encontrar aquel amigo perfecto, pero que sin embargo, al igual como dice el
cliché "la perfección esta en aquello imperfecto".
Hoy creo que
pienso así. Conservo un par de amigos del colegio - no son perfectas por como
yo entendía lo que era la perfección de la amistad (eterna lealtad, compañía y constante comunicación) y algunos conocidos. Pero supongo que siempre
sentí esa necesidad tan grande de tener amigos, de tener una amable persona
cerca con quien conversar, porque me sentí sola muchas veces y me amargaba
mucho mi corta existencia. Estar solo en el colegio es distinto a cualquier
cosa. Porque no es una soledad solo para contigo, sino que los demás te
etiquetan como "autista" o etc. Hubo un tiempo en que rogué a mi mamá
cambiarme al liceo, o a cualquier cosa que no fuera mi colegio. Imagínense.
Demás decir que la música siempre fué mi refugio, escuchaba
mis playlist en mi soledad. Es increíble
como la música puede ser tu compañía. Todavía lo es.
¿Lo bueno del colegio? Los pancitos con queso y tomate, mis
amigos de cursos más abajo, algunos profesores que me subieron el autoestima (a
pesar de que más de alguno lo idolatraba mucho y resultó ser un charlatán), mi
gusto por la historia y el castellano que forje gracias a mis profesores.
Para terminar, quiero decirles que mi vida no es así de
triste actualmente. Si a mi edad - hoy -
me sucedieran todas las cosas por las que pasé en el colegio créanme que
sería totalmente distinto, sabría enfrentar todo y no me avergonzaría de nada.
Pero no quiero regresar el tiempo. Supongo que el colegio me hizo más fuerte.
Bueno, todo te hace más fuerte. Hoy ya no creo que un amigo tenga que ser así
de perfecto. Y dentro de mi vergonzosa "no vida amorosa", encontré mi
"niño perfecto". Mi novio - ex compañero de universidad - prendió la
luz de la vida que necesitaba. Apagó la amargura. Un hombre leal. Eterna
compañía. Eterno escudo. Yo pertenezco a él y él me pertenece. Es la sensación
de pertenencia, la mayor de las sensaciones.
La universidad, a pesar de los altos y bajas académicos, me
ha dado muchas más alegrías de las que pudo darme el colegio. Puede que todavía
guarde alguna vieja herida de baja autoestima o alguna cosa que podría avergonzarme
o disminuir mi personalidad, pero la universidad solo ha hecho de mí alguien
mejor con el paso de cada año.
Solo quería salir del colegio, solo quería que terminara el
cuarto medio. Y a pesar de que he tenido momentos difíciles con mi carrera,
jamás retrocedería el tiempo, porque no tendría a mi novio conmigo ni a su
familia, ni tampoco a mis amigas o compañeros de facultad.
Hoy estoy mucho mejor que ayer. Y las heridas cerrarán bien
con el tiempo.
Me encanta esto, porque me identifica más de lo que quizás conversamos alguna vez.
ResponderBorrarEl colegio fue un lugar horrible. Si no eres como esperan (quiénes?) que seas entonces no hay manera que lo disfrutes, ahora quizá en retrospectiva no había que amargarse tanto, pero anda a decirle al gordito de 16 años que solo esperaba conectarse a messenger a mandarse canciones para el mp3 a pilas.
Cualquier semejanza con la realidad es mera coincidencia.
Hablas del gordito "amigo de cursos de más abajo". El gordito era un cabro bueno. Los buenos nunca son gorditos para siempre, la ciencia lo demuestra.
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